Retrasar el estreno de una película no es algo novedoso o poco habitual. Titanic tenía previsto distribuirse en el verano de 1997 y al final llegó en diciembre de ese año, lo que la benefició tanto en la taquilla (sigue siendo el filme de más éxito de la historia) como en la entrega de los Oscar de ese año (ganó 11 estatuillas).Tampoco resulta inusual que un actor interceda en el proceso de edición y trate de influir con sus opiniones el resultado final de una cinta, por encima del interés del director. Edward Norton tomó las riendas de American History X, arrebatándoselas de la manos de su realizador, Tony Kaye. Y Mel Gibson hizo lo mismo con Payback, que intentó dirigir Brian Helgeland.
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