Con media hora de retraso, lo habitual en las estrellas de altos vuelos, la artista descendió de un Mercedes alzada en afiladísimos tacones --"debe de llevar 22 centímetros", observó uno-- y embutida en un maxivestido negro de estilo romano y corte imperio de su propia marca, al igual que los zapatos y complementos. El gran escote y el fruncido bajo el pecho resaltaban su poderosa delantera y disimulaban otras curvas, quizá aún excesivas por su maternidad.
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