Al menos eso se desprende de sus recientes declaraciones. Dice Nicole que se sentía, más o menos, la acompañante de la "estrella Cruise".
Y digo yo que si lo aguantó fue por conveniencia, puesto que podría haber sido ella la que solicitara el divorcio, en cambio ese paso lo dio Tom.
Esto es un rescoldo de rabia, o pataleta promocional. Ya que actualmente no está en su mejor momento profesional.
Ni interesa tanto a la prensa, como cuando estaba casada con Cruise.
Pero bueno, por mi que diga lo que quiera, faltaría más.
En concreto, la actriz ha atacado a su ex marido, alegando que cuando estaban juntos, el actor esperaba que ella fuera "vista, pero no escuchada". En esos términos se refirió a su posición junto al hombre que ocupó su corazón durante diez años, en lo que fue uno de los matrimonios más sólidos de Hollywood. Nada hacía sospechar que tras la idílica imagen que transmitían -de ahí la conmoción que causó su ruptura- se escondiera un sentimiento de inferioridad y de sumisión por parte de la actriz.
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